Descubren errores en la identificación de pescados en restaurantes de Washington D.C.

Escrito por María José Marconi · [email protected]

Los pescados y mariscos son el tipo de alimento que con mayor frecuencia se etiqueta incorrectamente en puntos de venta como los restaurantes. Estas sustituciones son un fenómeno generalizado en Estados Unidos, con un 33% de productos pesqueros mal identificados, de acuerdo a una investigación de Oceana realizada entre 2011 y 2013.

En esta línea, un estudio publicado en abril en la revista científica PeerJ realizó múltiples análisis sobre doce muestras de seis restaurantes en Washington D.C.

El estudio fue liderado desde la Universidad George Washington, con la participación del Dr. Eduardo Castro, investigador del Centro de Bioinformática y Biología Integrativa (CBIB, por sus siglas en inglés) de la Universidad Andrés Bello. Utilizando como principal herramienta de verificación los “códigos de barra” de ADN disponibles en bancos genéticos, los autores encontraron que cuatro elementos listados en los menús estarían mal denominados: un “mero chileno” (Chilean Seabass), dos “atunes” y un “camarón de roca”.

Si bien los productos eran sustituidos con especies estrechamente relacionadas, la alta tasa es consistente con el promedio nacional descrito por Oceana. A pesar de que no se identificaron sustituciones flagrantes como las que se han encontrado en otras ciudades, estas pruebas de protección al consumidor son relevantes para evitar la ingesta inadvertida de especies que presenten algún riesgo sanitario o conflicto de conservación. En este sentido, el uso de los códigos de barra genéticos se comprobó como una eficiente y económica herramienta para identificar los productos del mar a nivel de especies.

Proyecciones y potencial aplicación del estudio en Chile

 “Existen dos motivaciones principales tras esta investigación. La primera tiene que ver con averiguar en qué medida existe este tipo de fraude, y la segunda tiene que ver con la aplicación de herramientas tradicionales de ecología y filogenética para problemas y situaciones muy tangibles”, explica el Dr. Castro. Así, este sería un claro ejemplo del impacto que puede tener la ciencia básica en problemáticas concretas.

Las proyecciones de este estudio apuntan hacia la trazabilidad de los alimentos a lo largo de la cadena de producción, desde su origen a la mesa. “Muchas veces el restaurante no es “culpable” de la sustitución del alimento, sino que simplemente compraron “gato por liebre” y los consumidores heredan eso directamente”, dice el investigador de la UNAB.

Asimismo, se espera expandir este tipo de estudio a otros lugares como Chile, país productor y exportador de pescados y mariscos que carece de regulación al respecto. “Algunas aplicaciones que devienen de este tipo de estudio es la certificación genética del alimento exportado, lo cual puede constituir una señal de transparencia para los mercados internacionales”, concluye el Dr. Castro.

Artículo publicado en el Inserto de Investigación de El Mercurio (7 mayo 2017).