[Opinión] Sentido y pertinencia social del investigar

Para las ciencias sociales la pregunta “¿cuál es el sentido de investigar lo que se investiga?” no es una pregunta nueva, sino que una interrogante sobre la cual se debe volver, todas las veces que sea necesario. Esto es importante ya que es lo que nos permite comprender cómo se articula socialmente el quehacer científico que los países llevan a cabo.

Por Victoria Martínez A. Periodista Centro para la Comunicación de la Ciencia UNAB. [email protected]

El Contexto

¿Cuál es el sentido de investigar lo que se investiga? La búsqueda de una respuesta a esta pregunta se remonta a mediados del siglo XX en Estados Unidos y Europa, principalmente. Se trata de una época marcada por una modernidad que, entre otros aspectos, trajo consigo la emergencia de un desarrollo científico y tecnológico que generó una serie de procesos y cambios sociales que los actores sociales de aquel tiempo recién comenzaban a vislumbrar.

No fue hasta al inicio de los años setenta en que el papel de la ciencia –como única fuente de legitimidad– comenzó a ser cuestionado, sobre todo en lo que respecta a la toma de decisiones en materia de temas de carácter público y por tanto que tenían (y tienen aún) una directa incidencia en la vida cotidiana de las personas. Fue tiempo de preguntarse cuál es el rol social de la ciencia.

Desde aquel momento diversos pensadores (como Bloor, Barnes, Collins, Latour, Callon, Knorr-Cetina, Lynch, Edge, entre otros) fueron planteando la necesidad de terminar con la idea de la ciencia como una “caja negra”, como un espacio cerrado y desconocido socialmente, y sobre cómo se genera el conocimiento. Esto permitió abrir un espacio para estudiar a las ciencias (naturales y exactas) desde las ciencias sociales.

Lo cierto es que hasta hoy y desde diversos espacios sociales se han realizado esfuerzos para develar qué pasa en esa “caja negra”, dando cuenta así de la utilidad de la ciencia. En el caso de Chile las discusiones respecto a la institucionalidad científica, la inversión en ciencia y cómo se orienta la investigación actual (en todas las áreas de la ciencia) nos invita a pensar que el desafío sigue vigente.

La pertinencia social

Como hasta acá se ha propuesto, las sociedades modernas no pueden pensarse sin la existencia de la ciencia, pero de qué manera el conocimiento científico tiene un sentido respecto a la sociedad en que dicho conocimiento genera, es otro tema.

En las últimas décadas, en el caso de América Latina, las ciencias sociales –particularmente el área denominada sociología de las ciencias– han declarado su interés y completa incumbencia respecto a los procesos de producción de conocimiento científico, siendo la ciencia y la tecnología un objeto de estudio de dicha área.

En este sentido se ha reconocido el valor y prestigio que se la ha otorgado históricamente a la ciencia, al mismo tiempo que ha sido válido preguntarse sobre los usos sociales de los programas o sistemas de investigaciones que hoy se están desarrollando. Como se anticipó, es volver a preguntarse sobre la pertinencia y el sentido de investigar lo que se quiere determinar.

En Chile, como en otros países del mundo y América Latina, existen procesos sociales que pueden ser interpretados por la misma apropiación social del conocimiento científico. Procesos que tienen que ver, por ejemplo, con cómo la ciudadanía conoce cómo se hace ciencia y logra entender el para qué.

Tal como lo plantea el sociólogo Pablo Kreimer (2015) es posible identificar una tensión: mientras existe una clara preocupación por la visibilidad misma de la ciencia (la productividad científica, posicionarse en los rankings internacionales, número de papers publicados), se plantea que tales aspectos productivos no pueden convertirse en el único eje articulador respecto al desarrollo científico. Es ahí donde la pertinencia social de lo que se investiga debe también ser tomado en cuenta.

En el caso de Chile resulta interesante observar que el eje de la visibilidad científica (sobre todo en el aspecto internacional) ha generado rutas para el desarrollo científico nacional. Ante tal escenario lo importante sería entonces pensar primero en qué punto es posible equilibrar la productividad científica con la relevancia social de las investigaciones que se llevan a cabo. Estos ejes pueden ser distintos, pero necesariamente deben ser complementarios.

Finalmente, es importante establecer de qué manera se convierte ese conocimiento científico en algo de utilidad para nuestro contexto social. Ese sentido no debe ser perdido de vista.